Esta ensalada llevaba mucho tiempo entre las fotos y lo cierto es que el contraste de sabores hace de ella un plato de diez.
Hace mucho tiempo, creo que aún vivíamos en Pamplona, una amigo le regaló a mi marido un montón de fichas de cocina que había estado guardando. No se si a alguno de los cántabros os suenan. Las daba El Diario Montañés en colaboración con Caja Cantabria y la colección se llamaba Comer en Cantabria.
En dichas fichas se recopilaba lo mejor de lo mejor de los restaurantes de prestigio de la región. Hay platos exquisitos como el filete de lenguado relleno de angulas y gambas frescas en costra de hojaldre, que si bien cuesta prepararlo, una vez que lo metes en la boca se te olvida todo el trabajo. Los piquillos rellenos de bacalao, la lubina al horno con setas y tomillo a la pimienta verde...y no sigo que me está entrando un hambre descomunal.
A esta colección pertenece esta ensalada que fue el entrante de una cena de aniversario hace un par de años.
El restaurante que la prepara es La Posada del Sauce de Liérganes. No se si este lugar existirá todavía, con el paso de los años hay lugares que cierran y otros que abren sus puertas.
NECESITAMOS:
- Una endivia.
- Un trozo de queso picón (yo puse uno más suave que el de Tresviso)
- Un puñado de pasas de Corinto.
- Dos cucharadas de aceite de oliva virgen.
- Una cucharada de vinagre de Jerez.
- Sal.
- Lechuga y tomate para adornar.
LO HACEMOS:
En el centro de un plato colocamos la lechuga y el tomate. A su alrededor disponemos las hojas de las endivias formando un círculo. Sobre cada hoja de endivia ponemos un trozo de queso y dos o tres pasas.
Emulsionamos el aceite, el vinagre y la sal.
Aliñamos y servimos enseguida para que no se estropeen las endivias.